NO LE PIDAS PERAS AL OLMO
Y así nos pasamos la vida: debajo del olmo o bien buscando esas peras o esperando a que caigan con las manos extendidas. Si queremos peras, busquemos un peral. Esta perogrullada que parece que tenemos tan clara es mucho más profunda de lo que pensamos. (Y voy a seguir con la metáfora). Además, allí, debajo del olmo, nos enfadamos porque, deseando con todas nuestras fuerzas peras, constatamos día a día, que no crecen, que no caen,… ni siquiera las vemos. Déjame que te recuerde algo: estamos debajo de un olmo buscando peras. Y aun así, la ira nos consume, la frustración, la rabia,… Intentamos justificar, buscar una explicación, darle un sentido a nuestra situación y nada… El olmo no da peras. Pero seguimos “erre que erre” intentando hallar un fundamento a nuestra situación; el enojo nos embarga, nos ofusca, nos bloquea,… o nos desalienta… Y sigue sin caer peras, sin brotar del olmo. La tensión nos invade,… empezamos a soltar “sapos y culebras” por la boca dirigidas con mucho o